De los 162 casos reportados, 128 se refieren a las personas que se involucraron directamente en el derrame, trabajadores en la industria petrolera o agentes de labores de limpieza, quienes se expusieron a las químicas usadas para romper el flujo continuo de crudo.
La información fue recopilada de informes semanales de una red de vigilancia compuesta por médicos, clínicos, y centros de atención de emergencias. Los participantes en las actividades de limpieza y las 23 personas que trabajaban en una plataforma petrolera figuran entre el grupo más afectado.
El Departamento de Salud de Luisiana le pidió a BP una aportación de $10 millones para financiar seis meses de servicios de salud mental para los afectados por el derrame. Miles de personas ya han buscado atención médica para ansiedad, depresión, estrés, abuso de alcohol y pensamientos suicidas relacionados con el desastre en el Golfo.